martes, 27 de mayo de 2014

Reflexión I

No paro de dar vueltas a la cabeza. No sé si el mundo se mueve por alguna norma o todo sucede al azar. Me pregunto que piensa la gente, porque hace lo que hace. De algo tan simple como respirar el olor del campo, el ser humano se ha convertido en una abominación que repudia todo ser viviente.

No sé si el castigo es que los que todavia tenemos conciencia debamos sufrir lo que se hace...o tal vez sea yo, el que ha hecho algo mal, o vaya hacer algo mal y por eso toque soportar tanto.

Todos los días abrazo la almohada recordando esos frágiles recuerdos que hay en mi cabeza, esos pocos que aún conservo de lo que un día fui. No recordar momentos con tu familia, con tus amigos...no recordar esas clases y a esos profesores, y en cambio, recordar la cobardía, la humillación y el dolor.

Puede que en ello esté la respuesta, de lo que no se llegue hacer se paga. Un juego del karma. Una vez que te acostumbras a la locura es más fácil llevar la soledad. Me pierdo en una laguna de sentimientos. ¿Porque no te meredco? ¿Por qué no me mereces? Debe ser que la codicia del ser humano me ha cegado a mi tambien y no veo la realidad.

 Puede que haya gente que nazca para disfrutar la vida, otra que deba de sufrir lo que no sufren otros. Al final todo se transforma en simples recuerdos, memorias amargas que embadurnan los sueños de una forma que abofeta el alma volviendo a la realidad.

Como siempre, camino solo en primera linea de fuego para enfretarme a la vida, con esperanza pero sin ilusión. Con tu recuerdo, pero sin tí.

jueves, 22 de mayo de 2014

En mi cabeza.

He visto el amanecer y las estrellas brillar en la noche más densa...

he visto la aurora boreal y al fénix volando entre las llamas...

he visto piratas y sirenas y brujos y hechiceras, pero nada tan mágico como tu sonrisa.

Hace que me olvide, que vaya sin prisa.

Y tus ojos son luceros que me guían hacia los más lujuriosos deseos.

Lo que daría por que esos adictivos labios recorrieran los míos una vez y otra más.

Esa piel de porcelana, como una muñeca: fina, suave, blanca y frágil.

Pensar que no te tengo y que nunca te he tenido.

Pensar en tenerte y sentir el corazón partido.

Querer ser quien te arrope en esta noche de invierno frío.

Ser el que te piensa y nunca en el olvido.

lunes, 12 de mayo de 2014

Historia de un jazmín.

Larisha buscaba consuelo en ese jazmín, apenas tenía agua para beber, pero seguía regando esa flor.

Cada día que pasaba era un pétalo más hermosa, un pétalo más de esperanza.

Miraba todas las mañanas a ese rincón donde se cobijaba, su pequeño secreto desde que llegó allí, su tesoro su pequeño amor de arabia.

Ni los gritos ni las blasfemias, ni las marcas en su fina piel ni los recuerdos de su presente eran capaces con la pequeña flor de jazmín que crecía en el rincón de esa celda.

Ellos no se saciaban, la flor no quedaba satisfecha.

Tan distintos pero a la vez tan parecidos, la ya tan no inocente Larisha sonreía a quienes le hacían daño.

Porque una flor no es mala por tener pinchos, ni un escorpión malvado por llevar un aguijón con veneno.

Al principio los días se hicieron eternos y las noches no pasaban. Luego los días pasaban como si no hubiera eternidad.

Larisha miraba atenuante ante la tenue luz que salia de la ventana de aquella jaula de cementos.

Observaba las estrellas y pensaba que tenía suerte de estar allí con su pequeño jazmín.

Pues las estrellas estaban en lo alto, eran libres pero no se podían mover y las que se atrevían a ser fugaces se marchitaban por sus caminos.