domingo, 22 de diciembre de 2013

Arconte y Yuris.

Otro encuentro entre cuerdas, otro intenso amarre de agitación entre respiraciones.
Que en cada mirada sueltan llamaradas, y cada beso son cargas electricas.
Un juego de sumisión  con vestidos de seda y cintas de cuero que  les precede un banquete de mil sabores.
Y ella de rodillas, sometida mientras tenia las manos atadas hacia atrás miraba a sus ojos y lucifer poseía sus almas.
Calmando sus lágrimas, la mar fue levantada para clavar sus uñas arando el campo en cada embestida de las olas en la playa, camino al Monte de Venus.
Y Afrodita desde la cima, gemia agitada buscando consuelo y los estribos que la llevasen por el buen camino conducida por este sátiro.
Esos mordiscos, esos azotes...La ninfa cabalgaba poseída en Pegaso, mientras ambos se consumían en el fuego fatuo.
Pero no todo lo bueno es eterno. Aquella ninfa de sangre de costas quiso ser la sirena de aquel marinero desconocido encontrado tras una tormenta. 
Quiso ser su ama, quiso su corazón y su cama. La pasión les volvía locos sabiendo que sobreviven pocos.
La ninfa terminó siendo una Driada, solitaria, con el corazón roto y encarcelada.
Pero pudo seguir hechizando a aquellos que se acercaban a sus ramas.
Aquel desconocido, sin suertes ni alegrías que el calor de aquella ninfa perdió su alma.
Fue un Arconte desterrado, y por querer amar condenado al infierno.
Licántropo sin pelaje en ese largo invierno.
Se escucha el eco desde la costa de la ninfa, un lamento de condena.
Provienente desde el más oscuro pozo del infierno.
Es Arconte gritando el nombre de Yuris por su eterna pena.

viernes, 6 de diciembre de 2013

Después de que lo perdí.

No noto ya ese caminar de dedos sobre mi espalda. Se me hace extraño.

Después de miles de caricias ni una sola se me ha quedado a consolarme.

Me miro al espejo cada mañana buscando el rostro que vistes un día. 

No encuentro cara. El cristal ha atrapado mi reflejo y no me lo devuelve.

Un yugo por collar y unas cadenas por zapatos.

Los timbres suenan al compás, han sido más cautos. 

Vuelvo a mirar la mirada atrapada en tus suspiros.

Intento entender pero me he quedado sin aliento. Me has vuelto a quedar sin aliento. 

Me encuentro sólo, pues me ha abandonado hasta la musa.

No me quiere el viento, sale corriendo.  Y el agua salta por los precipicios.

Después de tanto tiempo, después de que lo perdí.